El perfume está claramente vinculado con la humanidad. Desde la prehistoria los hombres descubrieron que al quemar madera y resinas mejoraban notablemente el sabor de los alimentos. A través del olfato conocemos el mundo y nos diferenciamos. El olor define, identifica y comunica. El perfume se convierte en el sello identificativo de una persona, la elección del mismo parece sencilla pero no es así. Los perfumes no tienen una clasificación útil que nos ayude a elegir el que mejor nos va según cómo somos o qué queremos comunicar. Todo esto y mucho más fue lo que vino a contar hace un tiempo el perfumista Ramón Monegal en la conferencia ciencia y arte del perfume en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe.

El perfumista Ramón Monegal.

Ramón Monegal es una de las «narices» más importantes de nuestro país, creador de treinta y dos fragancias distintas, entre ellas Massimo Dutti, Don Algodón y Adolfo Domínguez.
¿Qué es un perfume? ¿Cómo se estructura? ¿De dónde salen las esencias que lo componen? ¿Cómo se percibe éste a través de nuestro olfato? ¿Podemos hablar de un lenguaje específico del perfume o del perfumista?

Detalle de uno de los perfumes de Ramón Monegal.
Perfume creado por Ramón Monegal.

«El perfume es mensaje, mensaje que define sin ser definido y que invita a ser descubierto. Es un juego de seducción. El lenguaje del perfume es el del perfumista, su autor, y la curiosidad es la mejor arma para descubrirlo. El acto de escoger un perfume debe ser reflejo de la personalidad de cada uno y de la claridad del mensaje. Si te cautiva, si te atrae su mensaje, decídete por él porque el perfume hablará por ti» comenta Ramón Monegal.

Entre esencias…

Si quieres aprender a elegir tu propio perfume visita la maravillosa boutique perfumada de Ramón Monegal en la calle Calvet número 3 de Barcelona. Y para iniciarte en este especial código, de la gramática olfativa, no dejes de leer la novela que ha escrito recientemente entorno al mundo del perfume bajo el título «La perfumista» de la editorial Planeta.
La novela de Ramón Monegal.

«El verdadero perfume es una obra de arte y como tal debe ser expuesto en un museo para su óptima cata y disfrute», dicta uno de los fragmentos finales de la novela del reconocido perfumista.